martes, 23 de junio de 2009

¿Estrés o enojos...?

Hace algunos años acudí a la Clínica Narvarte, del ISSSTE -mi clínica- por supuesto, a consulta. Estando ya con mi doctora le comenté algo sobre lo que tenía cierta inquietud: mi mamá había fallecido de cáncer en el páncreas; mi papá también había tenido la misma enfermedad, sólo que en el estómago, también causándole la muerte.

Eso era motivo de preocupación mía, porque obviamente yo soy propenso a tal enfermedad.

Después de auscultarme y después de una, dos o tres consultas, decidió enviarme a una Clínica de Especialidades. Me correspondía la Clínica Churubusco.

Inicié, pues los tediosos trámites y tras esperar algún tiempo, -dos o tres meses- llegué ya a Gastroenterología, con mi médico especialista. Le comenté a él también mi inquietud, de la posibilidad de tener yo la enfermedad, causa de la muerte de mis padres, mis queridos padres. Él me dio medicamentos, me mandó estudios, sacar citas para éstos, esperar, llevar los resultados, la cita con el médico, leer –o medio leer mi expediente- y que otro estudio… y que ahora cita con el doctor, medicamentos y… bueno pasó mucho tiempo, muchos meses, acaso años.

El diagnóstico era: esófago de Barrett. Entendí que era muy probable que después eso, se convirtiera en lo más temible para mí: cáncer.

Al fin, el médico de la Clínica de Especialidades decidió enviarme a hospital, porque según él, era conveniente, o mejor dicho, necesario someterme a una intervención quirúrgica. Fui remitido al Hospital “Dr. Darío Fernández Fierro”, sito en Barranca del Muerto. Así lo conocemos: el Hospital de Barranca.

Para mí, fue muy triste y lamentable escuchar esa noticia.

Volver a tener otra operación, acaso tan complicada como las anteriores, volver a un hospital, ver enfermos en sus camas, enfermeras, agujas, -aún hoy me dan temor- médicos, algunos de ellos no muy profesionales, - como el “Doctor Chapatín” del Hospital “20 de Noviembre”- a más del riesgo, poco o mucho que ello implicaba. Todo eso me hizo pensar infinidad de cosas, casi todas malas, nefastas, tal vez ya no tolerables por mí.

Todos esos pensamientos causaron en mí una depresión muy grande. Las lágrimas afloraron a mis ojos y más aún, porque en ese momento y los subsecuentes, no sentí el apoyo de las personas que están conmigo en casa o fuera de ella.

Cuando alguien vio mi depresión o se enteró de mi estado de salud, ahora sí, efectivamente, me llegaron muestras de cariño, de afecto, de amor, de apoyo de algunas personas: échale ganas, todo va a salir bien, no te preocupes, estoy contigo, en fin, todo lo demás que se pueda imaginar.

Mi estado de ánimo empezó a cambiar. Mis pensamientos ya no eran tan desagradables, tan pesimistas, tan negativos.

Empezaba a digerir lo que estaba ocurriendo.

Seguí pues con mis consultas externas ya en el hospital, pensando que todo ello estaba encaminado a mi intervención quirúrgica.

Después de estudios, análisis y más consultas, me reafirmaron que dicha operación se debía realizar. Me pasaron ya con el médico cirujano, tal vez aquél que me iba a operar.

Para estos momentos, para estos días, para estas semanas y acaso para estos meses, mi mente ya estaba diferente. Yo ya había digerido el hecho de que si era necesaria o conveniente esa operación, debía realizarse y todo estaría en Manos de Dios, de mi Niño Dios.

Creo y casi estoy seguro, de que mi depresión había bajado enormemente.

Hace algo más de un mes, estando en la computadora escribiendo, sentí un mínimo adormecimiento en mi brazo derecho. A los pocos días, sentí mareos instantáneos -ahí mismo, en el banco de la computadora- y ya después, un poco más preocupante, empecé a sentir hormigueo en mi rostro. Posteriormente, cierto tic en la parte baja de la mejilla izquierda.

Al otro día, el hormigueo de la cara prácticamente duró todo el día, aún no estando en la computadora.

Me preocupé un poco más y solicité cita con el Dr. Rodríguez, el neurocirujano que me atendió en mi última operación y que hasta hoy me hace el favor de atender.

Yo pensaba que todo era a causa de la computadora, por el movimiento que hacían mis ojos sobre el teclado buscando las letras adecuadas y voltear a ver al monitor para ver si lo escrito era lo que decía mi cuaderno o mi borrador de lo que yo pretendía hacer.

La opinión del Dr. Rodríguez no coincidía con nada de lo que yo pensaba que era la causa de mis malestares. No, no era el hecho de estar trabajando frente al aparato. No.

El punto de vista del doctor, era que yo tenía simplemente estrés, mucho estrés.

Sería posible que la opinión dada en el hospital, mi próxima operación del supuesto esófago de Barrett, fuese la causa de mi preocupación, de mi estado de ánimo, de mi estrés, de mis enojos, que tal vez o mejor dicho, habían aumentado.

Sí, así era, ya estaba más irritable.

Yo pienso, yo creo, que la operación no es la causante de mi estado de ánimo, de mi estrés. Pienso, creo y casi lo afirmo, que ese problema ya lo he digerido, ya lo he asimilado.

Quiero pensar que mi estado de ánimo se debe a otra causa muy diferente. Yo pienso que mi edad, -sesenta y cuatro años y contando- también es motivo de mi estado. Mi irritabilidad, que desde hace mucho tiempo existía, parece ser que fue aumentada, según lo que yo he vivido, a partir de mis intervenciones quirúrgicas cerebrales.

Creo que el estar viejo ya implica muchas cosas, al menos en mi caso, o mejor dicho, en mi caso.

En los cursos a los que he asistido de “Cuidadores de Ancianos” aprendí –se supone- algunas cosas para mí importantes. Entre ellas, que a los viejos, a los ancianos, ya no se les atiende, al menos como antes. Creo que por ahí anda mi posible estrés.

Aprendí también –se supone- que los viejos, que los ancianos, son chantajistas. Creo que no es mi caso. No es mi caso.

Pero creo que sí es mi caso el hecho de que no se me atienda, no se me entienda, no se me obedezca, no se me escuche, o se finja no escuchar o efectivamente, que no se me escuche, o se me escuche, pero se haga otra cosa diferente. En ese caso, por favor, decir que no se escuchó, que no se entendió sería lo más cómodo para todos, sobre todo para mí. Quisiera aclarar el término “atienda”: atienda, como sinónimo de entender.

Intentaré explicarme:

-Levanta el vaso… Levanta el vaso… levanta el vaso.

-Levanta el vaso… Por favor, el vaso… Levanta el vaso… Por favor…

Y no se atiende, o se atiende al revés, o no se entiende, o se hace una parte, en fin, no se hace.

En los talleres o cursos aprendí, -se supone- que hay tres formas de solucionar:

---Levanta el vaso. Levanta el vaso por favor. Y no se hace caso. ¡Pues levántalo tú!

---Levanta por favor el vaso. Levanta el vaso. Y no se hace. ¡Pues que no se levante!

---Por favor levanta el vaso. Levanta el vaso. Ese vaso, levántalo. Levanta el vaso. Levanta el vaso. Por favor, el vaso. El vaso. Levanta… Y no se hace… ¡Ni se va a hacer!

Sigue insistiendo, pero no se va a hacer. Tú, solamente tú, te estás perjudicando. Tu cuerpo lo va a resentir: tu hígado, tu mente, tu enojo, tu comer, tu estómago, tu riñón, tu bilis, tu…

Entonces, -igual que creo que todos ustedes lo harían- he optado por la primera y segunda opciones. Aunque, a decir verdad, mi enojo está ahí, pero… bueno, siento que mi enojo, al no insistir en tantas ocasiones en lo mismo, no aumenta.

La impotencia que se siente es enorme, al no ser atendido, al no ser obedecido.

Es triste… puede originar depresión… puede originar estrés…

¿Enojo… estrés… impotencia…? No lo sé. Sólo sé que es parte de la vida…

Así pues, adelante, esa es la vida, esta es la vida, ese es el paso de los años…

Los años del anciano cambian…

Los tiempos cambian…

3 comentarios:

  1. Hola mano:

    Me llena de alegría y orgullo que tengas nuevas actividades y proyectos. Especialmente en la escritura, que disfrutas tanto. Celebro que el acercamiento a la computadora te haya abierto puertas para tus letras.

    Espero que continues exitosamente con este blog, y con todo lo demás que estás haciendo, con constancia, diciplina y ganas de comunicar.

    ResponderEliminar
  2. Hola papito:

    Me da mucho gusto que te hayas decidido a compartir tus escritos.

    Se que no es muy facil para tí, pues la verdad tienes un armazón muy grande que no dejaba que mostraras el lado sensible que tienes.

    La verdad es que cuesta algo de trabajo dejar ver a los demás lo que se va sintiendo, sabes muy bien que cada cabeza es un mundo, y que no todos responderan a las circunstancias de la misma manera, elige siempre ser feliz, estar bien, solamente tú eres quien autoriza que alguien o algo deje entrar la tristeza, el estres, el enojo, a tí mismo.

    Así que date en todo momento la oportunidad de sonreir, de vivir, de disfrutar, la vida, tú vida, a tus hijos, a tus amigos, a tus mascotas, a tus escritos, inclusive a tus recuerdos. Pero de verdad disfrutalos.

    Has sido una gran persona, para con varias personas, incluyendome a mí, pero siento que te falta ser una gran persona contigo mismo, pero tú, exigete a ti mismo sonreir, atenderte, comprenderte.

    Ya nos has enseñado la fortaleza tanto de Mamá Ofe, como de Papá Simón, y por supuesto la tuya, ya es hora de que la enseñanza de vida la disfrutes tú.

    Eres un papá super inteligente, un papá al que todos tus hijos admiramos, y de verdad todos tus hijos admiramos.

    Todos hemos aprendido muy bien la clase de la fortaleza, de ser dueños de nuestras vidas, y por eso queremos ya ver el lado de ese papá que ama la vida tanto como para disfrutarla.

    Sabemos que tienes la capacidad de vencer a cualquier enojo, cualquier estres, cualquier obstaculo.

    Vamos papi sonrie, disfruta, goza la vida que Dios, que nuestro Niño Dios te ha regalado.

    Disfrutemos de la familia tan hermosa que somos, esa familia que esta llena de gente triunfadora.

    Tenemos el ejemplo desde los Abuelitos, siempre fuerte, independientes, enfrentando todo tipo de adversidades, nuestros padres, henormes, respetuosos, siempre a nuestro lado, los hermanos, juntos pero no revueltos, siendo los mejores en el lugar en el que estamos cada uno, y las chiquitas, esforzandose por mejorar día a día, aún cuando no ha sido facil para nadie ir recorriendo nuestros caminos. Pero ahí vamos, todos juntos volteando para jalar al que se llega a resagar de vez en cuando.

    Así que papito gracias por todo, y sigamos adelante, agradeciendo que seguimos juntos en el mismo tren, que aunque algunos ya se nos adelantaron vamos hacía la misma meta, que no nos hemos equivocado, y que seguimos siendo una Gran Familia.

    Te quiero mucho.

    Demasiado

    Gracias por este espacio

    ResponderEliminar
  3. hola papi!!!
    me da mucho gusto ver cuanto provecho le sacas ya a la computadora sabes muchisimas mas cosas en computacion eres un verdadero as de la informatica.
    Cuando cheto se fue lo teniamos muy lejos y este era un buen medio para sentirlo cerca,nosotros estamos a una hora de distancia, sin embargo esto de la computacion nos ayude a tener un poco mas de comunicacion
    felicidades
    te quiero mucho
    addy

    ResponderEliminar