lunes, 27 de julio de 2009

Nombres, sobrenombres, amor…

En ocasiones, en muchas, he pensado que no debería haberlo hecho. Acaso se pudiese pensar en una falta de respeto a todas las personas que les he llamado así. Y también, en más de una, pienso que no es faltarle el respeto a ellas, a nadie. Creo que fue y será, otra forma de demostrar mi afecto, mi cariño, mi amor…

Sí, es cierto, muy cierto que hace mucho tiempo lo hago.

A Mamá Ofe y a Papá Simón les decía: Mano.

Tal vez, a principios de los años sesentas, descubrí un programa de radio: “La Tremenda Corte”, por supuesto, con “Tres Patines”. Él, “Tres Patines”, le llamaba a su novia “Cucusa”. A Sara Esther, le llamé algo parecido: Pupusa.

A Laurita, Laura Irene, mi primera hija le llame igual: Pupusa. A mi segundo hijo, Rubencito, Rubén David le llamé: Grillo. Al tercero, César Edgar, le llamé: Eddy, creo que es de los menos peor…

A Virginia, Vicky, le llamé: Viyi, Viyi, Viyi, para después cambiarlo por: Viyipú.

A mi hija Adriana, le llamé Adiposa y después Addy, también de los menos peor… A Citlali del Rocío, mi otra hija, le llamé: Agujeta (ya le decían Pollo y le seguimos diciendo).

A mi hijo César, le llamé: Cheto, aunque ya tiene un sinfín de derivados: Chetón, Chetín, Toche, Chetonil, Chetónico, Chetón Bombón, Chetín Bombín, Chetínico.

A mi hija Ana Ofelia le llamé: Pelusa y también –igual que Cheto- tiene muchos derivados: Pelus, Pelocha, Peluchín, Pelucha, Peluchina, Peluchón, Peluche. A más de los diminutivos.

Después, a César, le puse Peluso… Y a Ana Ofelia Cheta… También con todos sus derivados.

Y además, continué con mis nietas. A Andrea Paulina le llamé: Monis y después, Monis Monita.

A Brenda Gabriela, le puse Gomita. Y por último, a Sheila Alejandra, yo le llamé Chila.

Parece ser que hay un mínimo contagio: Cheto me llama Mano, Manito o Mano Manito.

Estoy totalmente seguro que lo hace con mucho respeto y amor hacia mí.

Y es por demás decir –pero lo diré- que yo les llamé, les llamo y les llamaré así por todos y cada uno de mis días, con mucho pero mucho amor, y con mucho pero mucho respeto.

Antes –y tal vez aún- eran o son sobrenombres, eran son apodos o alias. En mí nunca lo serán, nunca lo han sido. Simplemente son unas formas de amar…

Los sobrenombres –éstos- no son tales, se cambiaron por amor, se cambiaron con amor…

Los tiempos cambian…

2 comentarios:

  1. Definitivamente sabemos que lo haces con mucho amor y respeto.

    Por cierto olvidaste "Mil usos", jiji, me gustó mucho que me llamaras así.

    Te quiero Papí

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  2. Sr. César:

    Le escribo desde Valencia, España. He encontrado su blog por la publicación de las vacas. Yo también fui pastor cuando de niño en la provincia de Villanueva. Es una suerte encontrar estos temas en la red. Desde ese día he seguido sus publicaciones. Sólo escribo un pequeño mensaje para extenderle mi comprensión en sus publicaciones. Usted debe de saber que ciertas cosas se aprenden y se entienden a cierta edad, a nuestra edad.

    Un saludo afectuoso.

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